Queridas amigas, queridos amigos de la Cultura,
¡La Navidad está a la vuelta de la esquina!
El resplandor de las luces de colores nos acompaña en todo el mundo desde hace algún tiempo. Árboles de Navidad y estrellas parpadeantes. Las palmeras envueltas en luces de colores, aceptándolo estoicamente, llaman la atención en la isla como algo especialmente exótico en Navidad. Pero si vives aquí más tiempo, es más probable que te irriten los motivos de trineos y copos de nieve artificiales que se supone que adornan las farolas. Un niño que no sepa lo que es la nieve en realidad puede tener incluso menos asociación con ella que con una palmera, que en estos momentos se encuentra especialmente decorada.
En general, sin embargo, me parece que se ha vuelto más difícil encontrar algo con lo que conectar en la abundancia, artificialidad y frialdad de los adornos navideños. Algo en lo que al ojo le guste posarse y que sea capaz de reflejar la luz y el calor en algo exterior y visible que debemos despertar en el interior estos días. Algo que atraiga mi corazón, como una cálida y fragante vela de cera de abeja en un árbol natural de Navidad.
¿Dónde se encuentra eso aquí en Lanzarote?
Para mí, son sobre todo los belenes, en los que puedo encontrar esa magia de la Navidad creada por el hombre. No sólo algunas de las representaciones de los paisajes de Lanzarote, con sus casitas encaladas y sus zonas cultivadas, son de una sofisticada artesanía, sino que los materiales utilizados también corresponden a las condiciones locales. Se plantan pequeñas plantas autóctonas, como verodes y tajinaste, y los campos en miniatura están debidamente cultivados y hay que regarlos durante semanas cuando está seco para que crezcan el maíz y las judías. En algún lugar intermedio, bajo una piedra volcánica abovedada quizás, se encuentra el pesebre. María, José y el niño, acurrucados entre la gente del lugar, ¡unos de los nuestros!
¿No es éste acaso uno de los grandes mensajes de la Navidad? Que el espacio para el nacimiento de Jesucristo puede ser creado no sólo en cada cultura, sino por cada persona, a partir de su propia realidad. Que la venida de Jesucristo es un regalo para todos, todas y cada uno de nosotros…
Una idea que no podría obtener viendo las chillantes luces parpadeantes al estilo de Las Vegas sobre árboles de plástico.
¡Les deseo una Navidad llena de luz verdadera!
Mikaela Nowak
Comentários